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Las crecientes represalias del Gobierno de Donald Trump contra la disidencia han puesto en una encrucijada a miles de migrantes que residen en Estados Unidos. Para muchos, protestar contra las políticas del presidente implica un riesgo real de detención o deportación.

En una reunión comunitaria en Houston, abogados y activistas advirtieron sobre las consecuencias de manifestarse, recordando que cualquier contacto con las autoridades puede derivar en la pérdida del estatus legal.

Las nuevas directrices migratorias han intensificado estos temores, especialmente tras la detención de varios estudiantes y profesores en protestas propalestinas.

Trump ha ampliado sus esfuerzos para sofocar la disidencia, amenazando con retirar fondos a universidades que permitan lo que él considere manifestaciones “ilegales”. Mientras tanto, cientos de marchas han tenido lugar en todo el país, aunque la participación se ha visto afectada por el temor a represalias.

En Dallas, una protesta por la reforma migratoria reunió a más de 1.200 personas, aunque los organizadores esperaban hasta 10.000 asistentes. “La gente tiene miedo”, reconoció el activista Domingo García.

Entre los manifestantes estaba Marbella Carranza, quien perdió a su hija tras sufrir acoso por su estatus migratorio. “Solo pido que sigamos luchando”, dijo con la voz entrecortada, instando a la comunidad a no rendirse ante la presión del Gobierno.

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