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Los concesionarios de automóviles en Estados Unidos han recibido más consultas esta semana ante el temor de un alza en los precios. La causa es la inminente entrada en vigor de los aranceles del 25% impuestos por Donald Trump a vehículos y piezas importadas, lo que encarecería tanto autos nuevos como usados.

Según estimaciones, los modelos fabricados en Norteamérica podrían aumentar entre $4,000 y $10,000, mientras que los eléctricos podrían costar hasta $12,000 más. Ante la incertidumbre, algunos compradores han adelantado sus planes.

Miguel Colom, de Pensilvania, busca adquirir un Chevy Equinox eléctrico antes de mayo para evitar el impacto en su presupuesto. Robert Wyatt, de Nueva Jersey, cambió su Mercedes de nueve años por un Toyota nuevo por miedo a los costos de mantenimiento. Sin embargo, aunque los concesionarios reportan más interés, las ventas aún no han registrado un aumento drástico.

La industria automotriz teme que los aranceles reduzcan la producción y provoquen escasez de inventario, lo que aumentaría aún más los precios.

Mientras Trump insiste en que los estadounidenses comprarán más autos nacionales, algunos expertos prevén una menor demanda y un encarecimiento generalizado del mercado. Si las tarifas se mantienen, el sector podría enfrentar un nuevo periodo de incertidumbre.

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