Las labores de rescate en Birmania entraron en una fase crítica este lunes, con el tiempo en contra para encontrar sobrevivientes tras el devastador terremoto del viernes. Según la junta militar, el sismo dejó unos 2.000 muertos y 3.400 heridos, aunque medios independientes elevan la cifra de fallecidos a 3.000.
En Mandalay, un equipo chino rescató a tres personas que habían pasado más de 60 horas atrapadas, mientras los esfuerzos continúan en zonas devastadas.
El impacto ha sido particularmente grave en la región de Sagaing, donde la Cruz Roja estima que el 70% de la ciudad quedó destruida. El difícil acceso, cortes de comunicación y la inestabilidad política complican la respuesta humanitaria.
La junta, que enfrenta un conflicto con grupos rebeldes, ha sido acusada de no proporcionar ayuda suficiente. Además, el Gobierno de Unidad Nacional denunció que el Ejército ha realizado bombardeos en varias zonas desde el terremoto, pese a la oferta de tregua.
El sismo también se sintió con fuerza en Bangkok, donde el derrumbe de un rascacielos en construcción dejó al menos 18 muertos y decenas de desaparecidos. En la provincia china de Yunnan, se reportaron daños significativos.
La magnitud de la tragedia sigue en evaluación, mientras los equipos de emergencia intentan salvar a más personas en medio de la devastación.