Más de 500 migrantes venezolanos fueron repatriados en vuelos provenientes de Estados Unidos y México, en medio de un aumento en las deportaciones. Un primer avión, con 313 personas a bordo, aterrizó en Caracas desde México, incluyendo 150 menores y 16 mujeres embarazadas.
Horas después, un vuelo organizado por el gobierno estadounidense trasladó a 198 migrantes desde EE. UU., con la previsión de otro vuelo similar.
Las autoridades venezolanas indicaron que la mayoría de los deportados desde EE. UU. estaban bajo custodia con órdenes de expulsión, aunque no necesariamente tenían antecedentes penales. Mientras tanto, el presidente Nicolás Maduro criticó el trato a los migrantes venezolanos, mientras que Donald Trump los vinculó sin pruebas con la banda criminal Tren de Aragua.
Washington presiona a Caracas para aceptar más repatriaciones a cambio de aliviar sanciones, lo que podría modificar la relación entre ambos países.
En paralelo a estas repatriaciones, EE. UU. endureció su política comercial contra Venezuela. Trump anunció un impuesto del 15% a las importaciones venezolanas y sanciones adicionales del 25% a compradores de crudo del país sudamericano. Sin embargo, Chevron sigue operando sin restricciones en Venezuela, que en enero fue el cuarto mayor exportador de petróleo a Estados Unidos.
Estos movimientos reflejan la compleja dinámica entre sanciones, migración y relaciones bilaterales.
