Las autoridades de EE. UU. pueden revisar celulares y computadoras de viajeros en sus fronteras, una práctica que existe desde hace más de 15 años pero que ha cobrado relevancia recientemente. Un caso polémico ocurrió este mes cuando a un investigador francés se le negó la entrada tras una inspección de su teléfono, lo que generó controversia.
Aunque la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) negó que el motivo fuera político, el escrutinio sobre estas revisiones ha crecido.
Según la CBP, la inspección busca detectar material ilegal, amenazas a la seguridad o información relevante para la inmigración. En el último año, se realizaron 47.047 revisiones de dispositivos electrónicos, un aumento del 13 % respecto al periodo anterior.
La mayoría fueron inspecciones básicas, pero en 4.322 casos se usó equipo externo para analizar y copiar datos. Estas revisiones pueden afectar tanto a ciudadanos como a extranjeros y han crecido un 56 % desde 2017.
Negarse a una inspección puede traer consecuencias. Los extranjeros pueden ser rechazados, los residentes permanentes podrían enfrentar audiencias migratorias, y aunque los ciudadanos no pueden ser impedidos de entrar, sus dispositivos pueden ser retenidos por meses. Organizaciones recomiendan llevar dispositivos secundarios, almacenar información en la nube y viajar con la menor cantidad posible de electrónicos para minimizar riesgos en los controles fronterizos.